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La pregunta que me hizo replantearme por qué sigo trabajando tanto

Cuando el dinero deja de ser la zanahoria que persigues, descubres si realmente te gusta el camino que estás recorriendo.
La pregunta que me hizo replantearme por qué sigo trabajando tanto

El sábado me invitaron a dar una charla en el SeoDay Girona y estuve hablando sobre la mentalidad necesaria para vivir de tus propios proyectos.

El caso es que en la pausa para el café estuve hablando con Dídac Antón y me lanzó una pregunta muy buena.

Me dijo: "Tío, cuando ya has conseguido que el dinero no sea un problema, si no te pones objetivos, ¿qué te motiva a seguir currando tanto?"

En ese momento, lo primero que me salió responder fue que "sigo trabajando para poder tener la misma libertad que ahora cuando las cosas no vayan tan bien".

Pero no he parado de darle vueltas y, después de reflexionar un poco, creo que ese es solo uno de los motivos, pero no es lo que me empuja a levantarme por las mañanas con ganas de currar.


Por poner las cosas en contexto, Dídac me lo comentaba a colación de algo que dije en la charla, y es que yo no me pongo objetivos cuantificables.

Es decir, nunca me marco un “tengo que facturar X al año”. Para mí no tiene sentido.

Primero, porque mis fuentes de ingresos suelen ser muy inestables, así que sería decir un número casi aleatorio que no depende de mí, sino de muchas otras circunstancias.
Y segundo, porque llegar a una cifra X, cualquiera que sea, no es algo que me motive.

Por supuesto, habrá gente a la que le funcione perseguir una cifra como una zanahoria. Y lo veo bien, porque cada uno se debe apoyar en aquello que le anima a seguir adelante.

Lo que sí hago es pensar en cómo quiero mi vida a largo plazo.
Y remo en esa dirección.

En mi caso, yo aspiro a tener libertad. Pero no "la libertad de tirarme en una hamaca y no hacer el huevo". La libertad que yo entiendo pasa por:

  • Trabajar en lo que me gusta.
  • Poder elegir los clientes con los que quiero trabajar, no el primero que llega.
  • Poder levantar el pie del acelerador cuando lo necesite, sin tener que estar preocupándome de si llego a final de mes. Por ejemplo, ahora llevo 7 meses dedicándole más tiempo a la paternidad y a la crianza que a trabajar. Y no se ha muerto nadie por ello ni le he tenido que dar explicaciones a nadie por trabajar 2 horas al día alguna semana.
Me consuela saber que no soy el único romántico que tiene una visión parecida.
Esta semana Bosco Soler ha compartido su visión acerca de "por qué emprender" y coincido al 100%.

¿Y esa libertad cómo puedo conseguirla? Principalmente, desvinculando mi tiempo de mis ingresos todo lo posible.

Si solo trabajo para clientes (en mi caso, ya sea con desarrollo web o SEO), estoy intercambiando horas por dinero. Y se puede vivir muy bien ofreciendo servicios como freelance, pero por muy bien que cobres tu precio/hora, ese modelo de negocio tiene un techo muy evidente, y es que si no trabajas, no cobras.

Así que de ahí viene mi apuesta desde hace años por crear proyectos propios que tengan el potencial de generar ingresos muy escalables y, en cierto modo, "pasivos".

Lo de las comillas es porque me da la risa. De pasivos solo tienen el nombre. Es cierto que proyectos monetizados con Adsense o afiliación te pueden estar generando dinero sin hacer nada, pero solo durante un tiempo. Como no les des cariño y los trabajes, a medio plazo se van para abajo.

En ese camino que sigo, no hay una cifra detrás. Al final, lo que me guía no son los números, sino la dirección. Y donde tenga que llegar, llegaré. Sin presión.


Si te interesa esta movida mental sobre objetivos, te recomiendo el resumen del libro "Por qué la grandeza no se puede planificar" que hizo Adrián Sussudio.
No está enfocado desde "la motivación" como lo estoy planteando yo, pero sí trata el tema de "objetivos". Y se pueden sacar ideas muy buenas.


Volviendo al asunto:

Gracias a que varios de esos proyectos funcionan bien desde hace unos años, hoy en día estoy en una situación económica cómoda que me permite disfrutar de esa libertad.

De momento. Porque como ya he dicho, este tipo de proyectos suelen ser inestables económicamente, y suelen tener fecha de caducidad. Entonces, es posible que en unos meses se vaya el 80% de mis ingresos al garete, o que hayan aumentado un 200%. Who knows.

En cualquier caso, creo que la respuesta que le di a Dídac fue porque tengo muy asumido que esto se aguanta con pinzas. Pero eso de "trabajar ahora para cuando vengan mal dadas" podemos considerarlo más bien una responsabilidad auto impuesta, en cierta forma.

Lo que SÍ me hace levantarme cada mañana con ganas de sentarme en el ordenador es:

Que me gusta lo que hago:

Hace unos meses escuché a Chuiso (precisamente en el podcast de Dídac y su socio Jordi) decir algo así:
"Cuando te va bien y tienes ya todas las necesidades cubiertas, la felicidad no está en ganar más, sino en que te levantes y que te guste lo que estés haciendo."

Antes de saber lo que era ni siquiera una web de nicho, yo ya hacía webs por hobbie, sin intención de monetizarlas.

Y a medida que me he ido profesionalizando y he ido integrando el SEO como uno de mis pilares, la parte más estratégica me flipa.

Es como una partida de ajedrez. Un reto contigo mismo para ver si eres capaz de posicionar o hacer funcionar un proyecto.

Así que ya gane 100€ al mes o 10.000€ con estos proyectos propios, solo pensar en el reto me motiva.


Ser un Fucking Legend para mis hijos:

Como os podéis imaginar, cuando tienes hijos lo das todo por ellos. Y obviamente eso es motivación suficiente para no estar rascándome los huevos en el sofá y seguir generando más para poder darles un buen futuro.

Pero no van por ahí los tiros.

Si cuando crezcan puedo ayudarles económicamente porque me ha ido bien, genial. Pero eso no les va a hacer más felices ni les va a preparar mejor para la vida. Les dará más facilidades, pero nada más.

Lo que sí les puede preparar mejor para la vida es ver lo que su padre ha hecho. Para que me tomen como ejemplo, o no.

Álvaro Sánchez de genteinvencible.com explicaba en su newsletter la historia de un tío que había pedido un préstamo para invertir en Bitcoin, a sabiendas de que podía salir bien o podía arruinarse.
Pero en cualquiera de los dos casos, su hija ganaba, porque sería una lección más valiosa que cualquier consejo que él pudiera darle.
"A un crío no sirve que le digas “arriba, que no ha sido nada”. Sirve que te vea arriesgarte, caerte, y volver a levantarte sin hacer dramas."

Pues una parte de mi motivación va un poco en esa línea.

Quiero que cuando mis hijos crezcan, vean que su padre no se conformó con lo que le vendía el sistema por defecto. Que intentó construir una vida a su manera, pensando fuera de la caja. Y que eso, aunque tenía sus riesgos, merecía la pena.


Así que, Dídac, ahí va la respuesta definitiva después de darle un par de vueltas de más:

No es la pasta.

Es la partida de ajedrez constante. El reto de ver si eres capaz de hacer funcionar algo de la nada, y que esa libertad te permita estar al pie del cañón con los tuyos.

Y sí, también es el hecho de que mis hijos, el día de mañana, vean que su padre no se conformó con lo fácil y lo seguro, sino que supo buscarse la vida de otra forma (con todos los fracasos y aciertos que eso conlleva).

Es el juego. Y el ir a contracorriente.


Gracias por leer.
Sergi Ruiz, desde la cueva.