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De bibliotecario a oráculo: el giro místico de Google

Google se ha cansado de ser el bibliotecario del mundo. Ahora quiere ser su oráculo. ¿Qué puede salir mal?
De bibliotecario a oráculo: el giro místico de Google

En la Antigua Grecia, Delfos era considerado el ombligo del mundo. Según la mitología, el mismísimo Zeus soltó dos águilas desde los extremos del universo y allí donde se cruzaron, colocó el Ónfalo: una piedra sagrada que marcaba el centro del mundo.

Ese lugar, custodiado por la serpiente Pitón hasta que Apolo la derrotó, acabó siendo mucho más que un punto geográfico. Delfos se convirtió en el nexo entre lo humano y lo divino. El canal de comunicación con los dioses era la Pitía: una sacerdotisa sentada en un trípode, en trance, rodeada de vapores que salían de una grieta, y que transmitía las palabras de Apolo a los mortales que buscaban consejo o predicciones.

Cuando los griegos tenían una duda importante, viajaban a Delfos y salían con una respuesta. Más o menos críptica, más o menos metafórica, pero una respuesta al fin y al cabo. Y que cada cual lo interpretase como quisiera.

Miles de años después, en vez acudir a templos con vapores, acudimos a Google. Y en vez de una sacerdotisa, tenemos un LLM embriagado de datos que nos da "La Respuesta".

No es que acudamos para resolver dudas existenciales o para que guíe nuestro destino, como en la Antigua Grecia. Acudimos directamente para todo.

Ni soy filósofo ni experto en IA, así que tomad este artículo como lo que es: una humilde opinión y una reflexión personal sobre Google, la IA y lo que estamos normalizando sin darnos cuenta.

La sacerdotisa de Delfos - John Collier (1891)

Cambiando la toga de bibliotecario por la de oráculo

Toda la vida Google ha sido un motor de búsqueda. Escribías unas palabras clave y Google te devolvía un listado de resultados ordenarlos por relevancia. A veces acertaba, otras no tanto. Pero podías contrastar y explorar fuentes.

Ahora, con la integración de la IA (tanto el AI Mode como las AI Overviews), eso ha cambiado. Ya no se trata de “buscar”, porque el propio Google te ofrece un resumen generado por IA con la seguridad de quien habla en nombre del dios Apolo.

La forma en que nos relacionamos con el conocimiento está cambiando. Estamos pasando de un “índice de información” a un “sistema de revelación”.


No es solo un tema de clics

A los que vivimos del tráfico orgánico, esta integración de la IA nos duele porque nos quita clics hacia nuestras webs. Pero esto va más allá, y sinceramente no veo que se esté hablando de ello lo suficiente.

Es un tema de cómo aprendemos. De cómo diferenciamos un hecho de una opinión. De cómo educamos a las próximas generaciones para pensar de forma crítica.

Estamos entrenando a una generación para aceptar respuestas sin cuestionarlas. Eso, sinceramente, me da más miedo que ilusión.

Y ojo, que no soy un anti-IA. La utilizo cada día y me parece una herramienta brutal. Pero para mí, es eso: una herramienta. No una fuente de conocimiento.

Una cosa es usar un modelo como asistente, y otra muy distinta es confiar ciegamente en lo que vomita.


Cuando el oráculo habla, ¿quién necesita fuentes?

Los LLM no razonan ni entienden, sino que generan texto en base a probabilidades. Y pueden "alucinar", como se dice en el argot. Pero la mayoría de usuarios que no están dentro del sector tecnológico, no lo saben.

Obviamente esto ocurre con cualquier LLM (ChatGPT, Claude, el propio Gemini, etc), no solo con la IA de Google.

Tal y como yo lo veo, Google debería asumir un nivel extra de responsabilidad social cuando integra las respuestas directamente en el buscador.

A Google no se le conoce como un asistente, sino como un motor de respuestas. Ha construido su autoridad durante más de 20 años como “el sitio donde buscas cosas” y confías en que la información está ahí, ordenada, indexada y enlazada.

Cuando Google pasa a darte una única respuesta, generada por IA, se carga de golpe ese ecosistema de fuentes y referencias. Porque aunque digan que las fuentes siguen ahí, la realidad es que el protagonismo es mínimo, "no vaya a ser que el usuario abandone nuestra interfaz".

Ya no estás recibiendo información para explorar. Estás recibiendo la respuesta final con voz divina, cuando no deja de ser un batiburrillo de contenidos. De los propios contenidos que deberían aparecer como resultados, pero con el riesgo de perder el contexto y dar información errónea.

Y lo peor es que muchas veces no contrastamos, no dudamos. Confiamos y punto.

Como en Delfos, entramos en la SERP con nuestra pregunta en la mano y salimos con la respuesta revelada.

Y la damos por buena porque viene del dios al que adoramos. Porque viene envuelta en buena UX y un branding en el que confiamos.

Google ha logrado llegar a ser no solo una herramienta, sino una voz a la que se cree.
La fe digital del siglo XXI.

Y cuando esa respuesta está mal, nadie asume la culpa. Ni el modelo, ni la empresa, ni el usuario... Solo desaparece entre el humo del templo. Los griegos dirían que se han interpretado erróneamente las palabras de la Pitía.

Templo de Apolo en Delfos - Jason M. Ramos (CC BY 2.0)

Google tiene un punto, no todo va a ser incendiar el templo

Que no se me malinterprete: creo que hay consultas en las que esos resúmenes generados por IA son muy útiles y mejoran la experiencia que conocíamos hasta ahora.

Muchas búsquedas informativas piden una respuesta directa, clara, sin tener que bucear entre 1.000 palabras de las cuales 900 son paja.

La explosión de nichos con contenidos de dudosa calidad y medios que solo quieren confundir al visitante para inflar impresiones y clics de AdSense no han ayudado a que los usuarios se sientan cómodos al buscar. Google ha intentado restarle visibilidad a esas webs con los updates de los últimos años, pero no siempre lo ha logrado.

Ante eso, entiendo que muchos usuarios prefieran esa respuesta directa de Google. Aún a riesgo de que esa respuesta pueda estar equivocada.

También entiendo que Google, como empresa, se pregunte por qué debería seguir enviando millones de visitas a páginas que han convertido las SERPs en un lodazal de contenido lleno de Ads, enlaces de afiliado y cero expertise.

He leído opiniones apocalípticas sobre cómo esto va a romper el "pacto" entre buscador y creadores de contenido. Que si los medios ya no podrán monetizar, que si se va a romper Internet...

En mi opinión, a Google esto le da bastante igual. Según los datos publicados esta semana con los ingresos del Q2 de 2025, AdSense apenas representa un 7% de su facturación (es la partida de Google Network de la siguiente imagen, que incluye más cosas, pero por simplificar).

En cambio, con los anuncios en los propios resultados de búsqueda se ha levantado 54.000 milloncejos de nada (la partida de la primera fila).

Ingresos de Google en el Q2 de 2025. Fuente: Alphabet

Así que con cifras en la mano, Google podría cargarse todo el tráfico hacia consultas informativas y ni se despeinaría.

Si crees que lo que digo es un poco dramático, mira lo que dice Juan González Villa cuando le comenté algo parecido en una publicación suya:

Al menos de momento, las queries más transaccionales o locales no están siendo absorbidas por IA. Haz la prueba: busca "zapatos para hombre" o "reforma de cocina en Madrid". Verás anuncios, no al oráculo en acción.

Esas son las búsquedas que le dan de comer a Google.
Pero si preguntas "cuándo podar una magnolia", pues eso, te da la respuesta. Y si se equivoca, mala suerte. Te quedas sin magnolia y la vida sigue.

Así que entiendo el giro a nivel de negocio y la apuesta por integrar la IA.

Lo que me preocupa no es la tecnología. Es cómo se presenta, cómo se normaliza y cómo puede afectar a nuestra relación con la información a largo plazo.

Porque no es lo mismo preguntar "cuándo podar una magnolia" que "síntomas de preeclampsia" o "efectos secundarios de X medicamento".

Hay temas donde equivocarse no es solo una molestia. Puede ser peligroso o profundamente sesgado.

Y ahí es donde la interfaz de Google con IA, con fuentes poco visibles que no invitan a contrastar fácilmente la información, me parece especialmente preocupante.

Si entramos en terreno de salud, política, conflictos sociales... quiero ver más de una fuente. Y quiero poder acceder fácilmente a ellas.

Todo este pesimismo no es por mí. Google no me la va a colar con estas respuestas porque yo sé lo que hay, y voy a ir a buscar fuentes fiables. Pero si pensáis en gente de vuestro entorno que no tenga cultura tecnológica, seguro que la mayoría se van a creer a pies juntillas lo que diga ese extracto sin cuestionarse si “el LLM está alucinando”.


Cuando el oráculo influye más de la cuenta

En su época, el Oráculo de Delfos no solo resolvía dudas personales. Era también una figura de influencia política.

Las ciudades-estado griegas enviaban comitivas enteras a consultar a la Pitía antes de tomar decisiones importantes: iniciar guerras, fundar colonias, aprobar leyes... La palabra del oráculo podía inclinar alianzas o justificar conquistas.

Y, en cierto modo, no estamos tan lejos de que pueda ocurrir algo así con la IA.

Si dejamos que una plataforma con intereses propios, sin tener que rendirle cuentas a nadie excepto a sus accionistas, y con modelos opacos, se convierta en el intermediario universal del conocimiento, no es descabellado imaginar cómo eso puede afectar no solo a lo que buscamos, sino a cómo pensamos o qué opinamos.

Esto no es nuevo. Lleva pasando desde que los algoritmos de las redes sociales se perfeccionaron. Pero recientemente se ha visto también con la IA, por ejemplo en Grok, cuyas respuestas han reflejado opiniones personales o sesgos políticos del propio Musk.

Google tampoco es una herramienta neutra. Seguramente tampoco lo era cuando ofrecía solo un listado de enlaces, pero mucho menos ahora con la integración de la IA en modo sabelotodo.

Cuando controlas qué preguntas reciben qué respuestas (y con qué tono, con qué fuentes, con qué sesgos) estás moldeando el pensamiento colectivo. Y eso es demasiado poder para cualquiera.

Quizás, de momento, no es un problema a corto plazo si Google limita la IA en esas temáticas más sensibles.

Ahora bien, ¿lo seguirá haciendo en el futuro, o acabará abriendo el grifo para que cualquier temática (por compleja o delicada que sea) pueda ser respondida directamente por la IA?


¿Y qué hacemos con todo esto?

Ni idea, la verdad. La IA ha venido para quedarse y va a integrarse en todo, no solo en Google.

Será interesante ver cómo Google acaba de incorporarla en la búsqueda, y cómo amplía o pivota su modelo publicitario. Mientras mantenga la IA al margen de queries transaccionales y de servicios, no le afectará demasiado al bolsillo.

Pero lo que tengo claro es que estamos en un punto de inflexión.

Los SEOs estamos adaptándonos como podemos. Los medios y los blogs (y pronto creadores de contenido de cualquier tipo) se preguntan si vale la pena seguir publicando, porque total, si la IA va a “resumir su contenido” y ofrecerlo a los usuarios sin derivarles tráfico...

Y los usuarios, poco a poco, se están acostumbrando a un modelo en el que toda la información viene mascadita.

Personalmente, creo que esto no es una forma de búsqueda más inteligente. Por lo menos, no en muchas ocasiones. Lo compro en algunos casos, pero en otros me recuerda más al oráculo de Delfos que a buscar información.

Tholos de Delfos

Aunque suene muy trillado, me encantaría saber qué opináis sobre este tema. Estoy saturado de oír a gente llorar por la disminución de clics, pero no veo muchas opiniones que vayan “más allá del SEO o de su negocio”.

Si te animas a comentar algo al respecto, adelante por favor :)


Gracias por leer.
Sergi Ruiz, desde la cueva.