Batallitas de cuando vendí ilustraciones personalizadas en la era pre-IA

La semana pasada os hablé de Mapness, uno de mis mayores aciertos con más de 500.000€ facturados.
Hoy toca compartir la historia de un proyecto que "pudo ser y no fue".
Os voy a contar cómo mi mujer y yo lanzamos este e-commerce buscando replicar el éxito de Mapness, vendimos casi 200 pedidos y lo acabamos malvendiendo por culpa de una mala estructura de negocio.
La semilla
A mediados de 2020, Mapness funcionaba bien, y queríamos lanzar un producto similar. A poder ser sin salirnos del sector de “regalos personalizados”.
Los requisitos: que fuera un producto visual, personalizable, y sin necesidad de entrar en guerras de SEO ni de Ads. Algo que se vendiera solo con verlo en Instagram.
Se nos ocurrió vender ilustraciones personalizadas a partir de fotos. Los clientes nos enviaban una imagen y la convertíamos en una lámina ilustrada, con opción de impresión o envío digital.
No era una idea muy original (Etsy estaba repleto de gente ofreciendo esto mismo), pero no teníamos mucho que perder.
Además, teníamos ya una base de clientes y seguidores en Mapness a los que podíamos ponerle este nuevo producto en las narices.
La web ya no existe, pero puedes visitar el Instagram para ver el tipo de láminas que vendíamos: https://www.instagram.com/posterloo/

La ejecución
Lanzamos el proyecto en septiembre de 2020.
Esta vez no lo desarrollé a medida porque quería aprovechar para experimentar con Shopify antes de recomendárselo a mis clientes.
Lo único especial que requería la tienda era encontrar una App que permitiera a los clientes subir su fotografía y añadir un texto personalizado en el momento de añadir el producto al carrito.
Mapness tardé 6 meses en desarrollarlo (por la complejidad de trabajar con los mapas).
Con éste en 2 días tenía la tienda operativa.

Lo que más nos costó fue encontrar a un diseñador que colaborase con nosotros y le pudiéramos enviar los pedidos y nos devolviera la ilustración.
Queríamos que fuese siempre la misma persona, para mantener el mismo estilo de ilustración al máximo.
Estuve tanteando un par de conocidos, pero el coste hacía disparar el precio del producto.
Al final dimos con una diseñadora en Fiverr. Era de Europa del Este, y la verdad es que cumplió siempre y trabajamos con ella los dos años que duró el proyecto.
Las cifras
💰 10.700 € facturados en 2 años (IVA no incluido)
🛒 Casi 200 pedidos (que se dice pronto)
💰 8.500 € de gastos
De los gastos:
- 5.000 € fueron el coste de las ilustraciones.
El resto:
- Campañas de Google Ads.
- Alguna colaboración con influencers.
- El coste de producción+envío.
Para algunos aprovechábamos la logística que teníamos montada en casa, pero la mayoría los externalizamos con Print on Demand, ya que el tipo de papel que usábamos aquí era un papel más brillante que en Mapness, y no quería estar cambiando el rollo del plotter cada vez en función de si el pedido era de Mapness o de Posterloo. - La tarifa de Shopify.

Lo que no vimos venir
A posteriori, creo que el proyecto estaba tocado de muerte antes de nacer. Principalmente por dos motivos:
Mala previsión de márgenes
Necesitábamos delegar la creación de la ilustración, y ese proceso se comía casi el 50% de los ingresos.
Ojo, estamos hablando de 2020.
En aquél entonces no existía la IA como la tenemos ahora, y no se podía hacer "magia" con un prompt para convertir una foto a ilustración.
Mis habilidades de diseño gráfico dan para hacer el logo de esta newsletter, usar Canva y poco más, así que desconozco si con Photoshop era muy complicado hacer algo así.
En su momento decidimos externalizar esa parte del proceso.
Si este proyecto hubiera sido el side project de un ilustrador o diseñador que no necesitase externalizar esa parte, hubiera tenido un margen mucho más interesante. Del 50% aproximadamente.
Incluso hoy en día. Pero claro, con lo que se puede hacer con IA ahora mismo, la base de clientes potenciales es mucho menor.
El uso de la IA se ha democratizado tanto que solo encontrarías clientes potenciales en la gente que no sabe utilizar ChatGPT, por ejemplo.
Complejidad operativa subestimada
Cada pedido requería gestión manual:
- Enviar detalles del pedido al ilustrador.
- Recibir diseños y enviárselos al cliente para su aprobación.
- Hacer de intermediarios entre diseñador y cliente si se requerían cambios.
- Enviar a producción con Print on Demand (o hacer nosotros la logística de impresión y envío).
Todo eso lo hubiéramos podido delegar en un asistente virtual, pero entonces el poco margen que nos quedaba se hubiera dilapidado.
También podríamos haber optimizado procesos automatizando algunas tareas, pero no sé hasta qué punto nos hubiera liberado, porque la diseñadora solo hablaba en inglés y nuestros clientes eran españoles, así que hubiéramos tenido que intermediar igualmente, o cambiar de diseñadora (y no queríamos, porque trabajaba muy bien).
La rendición
Viendo que la escalabilidad era prácticamente imposible y que el margen que nos quedaba no era rentable, en febrero 2022 lo decidimos poner a la venta en Wevendy.
Desde entonces, aunque seguía abierto, lo teníamos "abandonado" a la espera de encontrar un comprador.
Al final se acabó vendiendo en octubre 2022 por 💰 500€.
Creo que es mucho menos de lo que merecía el proyecto por su potencial, habiendo validado además la idea con 200 pedidos, pero nos costó muchos meses encontrar un comprador, así que en ese momento preferimos venderlo a la baja.
Nos quedaron en el tintero mejoras que nunca se llegaron a ejecutar (en parte por falta de tiempo y en parte por ver que no teníamos mucho margen para reinvertir):
- Publicidad en Instagram / Facebook
- Campaña de Google Shopping
- Ampliar número de idiomas de la web para atacar otros mercados
- Optimizar SEO
Pero aunque se hubieran ejecutado y hubiesen disparado las ventas, el modelo que habíamos establecido no nos permitía escalar bien.
Aprendizajes y reflexiones
Hay que hacer números antes de lanzarse a ejecutar.
Aquí el entusiasmo nos hizo menospreciar los costes y la complejidad operativa.
Haciendo bien los deberes hubiésemos visto que la rentabilidad era muy complicada tal como habíamos planeado el proyecto.
Supongo que los negocios digitales son así: lanzas, fracasas, aprendes y vuelves a intentarlo. En este caso, no ganamos pasta (tampoco perdimos), pero sumamos una experiencia más.
Gracias por leer.
Sergi Ruiz, desde la cueva.
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